Hoy me desperté algo cansado, los últimos días no hice mucho pero el cansancio es acumulable.
Hoy me levanté enojado, enfadado con todos los que se van en prejuicios, resentimiento y envidia.
Hoy me levanté decepcionado de aquellos en los que me brindé por completo, sin restos. Pero que me devolvieron solo sobras.
Hoy me levanté con dudas de mañana, porque ya no quiero pensar en lo que vendrá, cuando un proyecto se derrumba, los pasos a seguir son cortitos y livianos.
Pero hoy también decidí que debo agradecerme por todo lo que hice, por todo lo que di. Porque si no lo haces vos, ni él, ni ella. Me ajusticiare.
Debo también cuestionarme por mis errores, pero yo se que de eso aprendo. Hoy me diré que hice lo que pude y más, que estoy tranquilo, que quiero un descanso. Pero que no pararé, que pensaré un tiempo en mí solamente.
Que mañana seguiré, aunque nuevas frustraciones me esperen, se que hay gente que espera por mi, gente nueva que espera por otros en quien confiar.
Y a ellos les daré todo nuevamente.
Letras sueltas que unidas son palabras, organizadas se convierten en párrafos y concientizadas hacen historias... Sobre el amor, la amistad, la vida y la política
lunes, 29 de agosto de 2011
jueves, 4 de agosto de 2011
La identidad Sudamericana en el futbol
Reglamentariamente se juega en terrenos de 120 metros de largo por 90 de ancho, aunque en la totalidad de nuestro territorio este ritual se practica en todas las medidas posibles. El objeto necesario es un balón de cuero, pero en los barrios se puede usar desde un par de medias hasta una pelota de papel. Para jugarlo solo hace falta corazón e inteligencia, con botines de marca o en patas, el que sabe lo demuestra siempre, en cancha de tierras o césped sintético.
¡Si señores!Estamos hablando de Futbol. El deporte más popular del mundo, el único capaz de generar sensaciones tan apasionadas como irracionales. El balón pie, el soccer o la pelota, que tan lindo es jugar como mirar. Pero, que también para algunos intelectuales estupidiza a la gente. Ay! Pobres tipos estos, aburridos y frustrados, están en orsai siempre y nunca comprenderán a los sectores populares.
¡Soy un estupido!, por que se me pone la piel de gallina cuando voy a la cancha de Boca y veo a la gente recibir al equipo, por que me emociona ver un caño de espaldas o una gambeta en velocidad. Por que más de una vez llore cuando quedamos fuera de un mundial o no dormí de la alegría de ganar una copa libertadores.
Pero para no hacer de estas líneas un simple halago al futbol, quiero reflexionar sobre otras cuestiones. De como me duele ver a los equipos colgados de los travesaños para sacar un punto, o que en los once titulares pongan a 10 que corran y uno que juegue.
La globalización llegó al futbol, el neoliberalismo lo hirió y agoniza. Ya no se juega con 4 o 3 delanteros, ni siquiera quedan wines, y los que lo tienen, lo usan para correr a los laterales*. Y lo peor, el crimen mas grave, es que están haciendo desaparecer a los números 10, el cerebro del equipo, el estratega, el que piensa en la gente y da espectáculo, el que no pega una patada, el que no se tira al suelo a barrer, sino que hace que los otros queden arrastrados en el piso ante un movimiento.
En Europa ya casi no existen, se los retrasa y lo mandan de doble 5 o los adelantan y los ponen de media punta. Latinoamérica, como siempre, acostumbrada a sufrir las imposiciones, a mirar como horizonte al viejo continente, va en el mismo camino. Pero todavía están aquellos que luchan desde el concepto, aun que les cueste ser vapuleados por el discurso dominante, como los casos de Menotti, Cappa o el Coco Basile. Y por suerte, aun quedan los que defienden nuestra identidad desde adentro del campo de juego, los que reivindican a Bochini, Alonso, Rubén Paz, Gorosito o D10s.
Y aquí me voy a detener a analizar a uno de ellos, quien es el más importante, el último numero diez. Juan Román Riquelme, quien a pesar de estar tan identificado con Boca, trasciende la bandera de un club, y su imagen la levantamos los adoradores del buen futbol, los románticos, los idealistas, los que no nos resignamos a que los pibes crezcan pensando que un medio campo se arma con un carrilero derecho y otro izquierdo y dos doble 5. Los que gustamos de ver un enganche, dos laterales de verdad y no centrales por los costados y a los técnicos que le asignan a sus jugadores un solo puesto y no la mentira del polifuncional.
Que placer es ver jugar a Román, danzando en vez de corriendo, dibujando jugadas, componiendo hermosas melodías que siempre culminan el último tiempo con las palmas de los espectadores. Riquelme reparte los espacios en la cancha, distribuye, él quiere tener el control, pero no para enriquecerse, sino para dárselo a los que menos tienen.
Algunos dicen que es lento, los pregonadores del futbol de “derecha”, el que quiere imponerse desde Europa, los que no se dan cuenta que la velocidad mas determinante no es la del cuerpo, sino la del cerebro, y en eso no hay en el mundo un jugador mas rápido que Riquelme.
Antes de dar un pase puede ver a donde están sus compañeros y sus rivales, si el delantero está adelantado, si alguien viene de atrás a sacársela o si el arquero esta distraído para sorprenderlo con un remate a puerta. Es un torero, como le dice el relator del pueblo, capaz de hacer pasar de largo a sus rivales con un freno o un caño.
Riquelme, como un caudillo, defenderá a su pueblo, sus ideas, su identidad. En cada partido realiza mentalmente una reforma agraria, es su filosofía, la que profesa adentro y afuera de la cancha la que mantendrá vivo nuestro futbol.
Viva Ronaldhinho, Cabañas, Forlan, Gio Moreno, viva Riquelme, el más romántico, el último número 10. Viva el salvaje 4-3-1-2, muerte a los civilizados liberales del 4-4-2 o 3-5-2, a los que sólo ven el futbol como mercancía y piensan en acumular victorias a cualquier precio. Viva la barbarie de los potreros. Viva el futbol de Latinoamérica.
*No me puedo olvidar de ver al pobre Ortega corriendo por toda la cancha a Roberto Carlos, que infamia por favor.
¡Si señores!Estamos hablando de Futbol. El deporte más popular del mundo, el único capaz de generar sensaciones tan apasionadas como irracionales. El balón pie, el soccer o la pelota, que tan lindo es jugar como mirar. Pero, que también para algunos intelectuales estupidiza a la gente. Ay! Pobres tipos estos, aburridos y frustrados, están en orsai siempre y nunca comprenderán a los sectores populares.
¡Soy un estupido!, por que se me pone la piel de gallina cuando voy a la cancha de Boca y veo a la gente recibir al equipo, por que me emociona ver un caño de espaldas o una gambeta en velocidad. Por que más de una vez llore cuando quedamos fuera de un mundial o no dormí de la alegría de ganar una copa libertadores.
Pero para no hacer de estas líneas un simple halago al futbol, quiero reflexionar sobre otras cuestiones. De como me duele ver a los equipos colgados de los travesaños para sacar un punto, o que en los once titulares pongan a 10 que corran y uno que juegue.
La globalización llegó al futbol, el neoliberalismo lo hirió y agoniza. Ya no se juega con 4 o 3 delanteros, ni siquiera quedan wines, y los que lo tienen, lo usan para correr a los laterales*. Y lo peor, el crimen mas grave, es que están haciendo desaparecer a los números 10, el cerebro del equipo, el estratega, el que piensa en la gente y da espectáculo, el que no pega una patada, el que no se tira al suelo a barrer, sino que hace que los otros queden arrastrados en el piso ante un movimiento.
En Europa ya casi no existen, se los retrasa y lo mandan de doble 5 o los adelantan y los ponen de media punta. Latinoamérica, como siempre, acostumbrada a sufrir las imposiciones, a mirar como horizonte al viejo continente, va en el mismo camino. Pero todavía están aquellos que luchan desde el concepto, aun que les cueste ser vapuleados por el discurso dominante, como los casos de Menotti, Cappa o el Coco Basile. Y por suerte, aun quedan los que defienden nuestra identidad desde adentro del campo de juego, los que reivindican a Bochini, Alonso, Rubén Paz, Gorosito o D10s.
Y aquí me voy a detener a analizar a uno de ellos, quien es el más importante, el último numero diez. Juan Román Riquelme, quien a pesar de estar tan identificado con Boca, trasciende la bandera de un club, y su imagen la levantamos los adoradores del buen futbol, los románticos, los idealistas, los que no nos resignamos a que los pibes crezcan pensando que un medio campo se arma con un carrilero derecho y otro izquierdo y dos doble 5. Los que gustamos de ver un enganche, dos laterales de verdad y no centrales por los costados y a los técnicos que le asignan a sus jugadores un solo puesto y no la mentira del polifuncional.
Que placer es ver jugar a Román, danzando en vez de corriendo, dibujando jugadas, componiendo hermosas melodías que siempre culminan el último tiempo con las palmas de los espectadores. Riquelme reparte los espacios en la cancha, distribuye, él quiere tener el control, pero no para enriquecerse, sino para dárselo a los que menos tienen.
Algunos dicen que es lento, los pregonadores del futbol de “derecha”, el que quiere imponerse desde Europa, los que no se dan cuenta que la velocidad mas determinante no es la del cuerpo, sino la del cerebro, y en eso no hay en el mundo un jugador mas rápido que Riquelme.
Antes de dar un pase puede ver a donde están sus compañeros y sus rivales, si el delantero está adelantado, si alguien viene de atrás a sacársela o si el arquero esta distraído para sorprenderlo con un remate a puerta. Es un torero, como le dice el relator del pueblo, capaz de hacer pasar de largo a sus rivales con un freno o un caño.
Riquelme, como un caudillo, defenderá a su pueblo, sus ideas, su identidad. En cada partido realiza mentalmente una reforma agraria, es su filosofía, la que profesa adentro y afuera de la cancha la que mantendrá vivo nuestro futbol.
Viva Ronaldhinho, Cabañas, Forlan, Gio Moreno, viva Riquelme, el más romántico, el último número 10. Viva el salvaje 4-3-1-2, muerte a los civilizados liberales del 4-4-2 o 3-5-2, a los que sólo ven el futbol como mercancía y piensan en acumular victorias a cualquier precio. Viva la barbarie de los potreros. Viva el futbol de Latinoamérica.
*No me puedo olvidar de ver al pobre Ortega corriendo por toda la cancha a Roberto Carlos, que infamia por favor.
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