Me presagiaron una desilusión muy grande. Los dioses buscan
equilibrio. Muchas bendiciones vengo recibiendo y es hora de algún rayo de
oscuridad. Así me lo cantó el hada que se posó en mi hombro una noche, en un largo sueño, que comenzó en el
barro y termino en una nube.
Desde allí vengo pensando cómo será, de donde vendrá, por que
será. Pensé en amigos que podían traicionar, en la familia que me podía lastimar
o en los proyectos que se podrían derrumbar. Los primeros días camine con
miedo, y caución. Decidí no ilusionarme con nada, no acelerar a fondo en
ninguna recta y evitar embarcarme en naves llamativas pero inciertas. Con el tiempo empecé a olvidarme y seguir mi vida como
siempre.
Pero una mañana de sol, con el viento a favor y la calma
previa a un huracán, me llegó una tormenta de palabras. Unos dardos envenenados
con mentiras y confusiones.Y luego vinieron las
balas. Justas. Precisas. Las que no esperaba. Y ahí no más
quedé. Inmóvil. Agonizando. Solo le pregunté: ¿porque no me dijiste que la
desilusión eras vos?
Y así sigo. En el barro en el que empecé. Esperando que
vuelva el hada y me lleve a las nubes.
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