viernes, 29 de julio de 2016

Primavera

No sé si existe el momento justo, probablemente sea un aliciente para alimentar nuestra seguridad sobre un hecho importante. Pero si puedo asegurar  que habíamos sorteado momentos muy difíciles y que ahora somos poseedores de una cierta calma en el mar.

 Llegaste de sorpresa un poco y de esperado otro. Nuestras vidas cambiaron para siempre, ahora hay amor, amor y amor en cada rincón. Y viniste a unirnos para siempre. Muchas veces me pregunté cuál es la razón para traer a alguien más a este mundo. Si no era algo egoísta hacerlo con el fin de  no sentirse solo, o de depositar el amor que tenemos adentro y muchas veces no sabemos canalizar. Si se justificaba exponer a alguien con tanta pureza a este mundo tan manchado, sacar a alguien de la paz absoluta y llevarlo a la guerra total.

Y si bien todavía no saliste a la cancha, ya sé que la respuesta es un SI gigante. Porque es tanto el amor que traés, que sé que con vos vamos a transformar el mundo, nuestro mundo. Solo con tu amor, con tu risa, solo con verte. Estoy seguro que iluminarás nuestro mundo, nos harás mejores personas y nos llenarás de luz.

Acá estamos, esperándote primavera, todos los días te sentimos más cerca. No puedo prometerte que venís al mejor lugar, pero si puedo jurarte que voy a luchar para que lo sea y que los tres seremos un sol invencible.

La nube

En las tarde de sol solía replantearse todo. Empezaba con las decisiones políticas y terminaba en la elección de sus amigos. Pasaba mucho tiempo haciéndose mala sangre por las injusticias cotidianas, las más visibles y las que veían pero no podía gritar. ¿Porque? Porque hacerlo implicaba romper un cristal, el mayor tesoro  para él. Entonces las que podía las cantaba  sin vacilar, y en un mundo de imposturas eso trae problemas.

Es por eso que peleaba mucho, renegaba más y se entristecía peor. Pero en el fondo su dolor más grande era esa injusticia que no podía cambiar, esa sombra que debía soportar, aún sabiendo lo maligno que es, el daño que hace y la oscuridad que la integra.  El cristal no contemplaba eso, el cristal solo se refleja y no percibe, el cristal está atrapado, tan atrapado, que vio pasar tantas flechas negras que las confundió con pétalos de rosas.

Pero en una tarde, donde el sol brilló como nunca lo había hecho, una nube bajó y le contó lo que pasaría, que solo la llegada de un ave, nacida del árbol más hermoso de los siete reinos podía terminar esa sombra y abrir el cristal. Solo ese canto regular y agudo lograría despertar el séptimo sentido de este caminante que pasaba horas y horas renegando. Solo así tendría fuerzas para pelear con cada injusticia sin caer en el abismo de los ánimos. De esa forma, con la llegada de la primavera empezaría nuevamente a sembrar las tierras de un nuevo fruto. Pero la nube le dijo que no se detenga, a lo que él contestó que nunca  había detenido su marcha, solo estaba tomando impulso.