jueves, 7 de marzo de 2013

Dos formas de vivir



Las fuertes olas en la altura, el imponente paisaje avasalla contra las aves. El ruido de las cataratas es penetrante. La mirada perdida en recuerdos  donde la sonrisa contagiaba a quien la mirara. Los días de festejos, los días que no había responsabilidades, que no había preocupaciones. Los días que gozó del amor, de la amistad, de la familia., de la salud…

Parada en la altura, habla con Dios: “Con tanta vida atrás, ¿cómo se sigue con migajas?¿ Como seguir sabiendo que es cuestión de tiempo? Viendo el sufrimiento del alrededor y sintiendo como ya no soy la misma”. Allí se siente  insignificante, en la inmensidad de la cascada, la corriente de agua, la belleza del litoral.

Se imagina como será el último viaje: “me llevará como se lleva las penas, las alegrías, la tristezas. Me fundiré en el fondo del agua, y mientras caiga volveré a los 15. Al vestido, al primer beso, a las bromas en la escuela, al beso de buenas noches de mamá”. Antes de partir se lamenta y le cuestiona al señor porque no se la llevó de repente, porque le mandó esa cruz. Así se fue, con lagrimas en los ojos.

Que injusta es la vida. Será el azar? Sera  Dios que se la quiere llevar con él? Sea lo que sea; quería seguir, le quedaba mucho camino por recorrer. En una pierna, sin voz. Pero necesitaba estar un tiempo más.. El dolor que sentía lo soportaba si era para que otros estuvieran mejor; sabía que la  necesitan, sea como sea. Le habló a Dios: “Por favor dame vida, en cualquier estado. La vida que da esperanza a los que me quieren y rabia a los que me odian”. De a poco va llegando el momento, junto a la cama lo esperan…

Su último momento lo describió el angel que pasa cuando hay un silencio: La mirada fija en el futuro, la voz de los humildes en su cabeza le taladra. El color rojo acompaña esa imagen. Imagen que será la última, la de un pueblo libre. Se fue sin quererlo, gritando por dentro, luchando, amando la vida como a nada. Perdió el último partido, luchó hasta el final. Aunque se sabe que los luchadores siempre vuelven.

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